martes, 18 de agosto de 2009

NOTA EN BUENOSAIRESIDEAL.COM- POR ROGER COLOM

El otro día me llegó un mail de la agencia de prensa de Weber-Iggam, que está poniendo materiales y personal para reparar, restaurar, reacondicionar algunas de esas placitas que se ven por toda la ciudad en solares antes ocupados por algún edificio. Inauguran uno ahora y querían que les ayudara a difundirlo. Si viviera en otra ciudad, haría un blog que se llamara Otra Ciudad Ideal, y la idea general sería la misma: ir encontrando los lugares, las personas, las actividades que hacen de una ciudad, la que sea, un sitio donde vale la pena vivir. Y muchas veces, las cosas que mejoran la vida en la ciudad, por muy pequeñas e insignificantes que parezcan. Aunque eso de “pequeño e insignificante” yo ya no sé qué significa. Las nuevas teorías de redes y de sistemas emergentes nos han mostrado que el acto más pequeño puede tener efectos incalculables sobre el todo. De repente, nos damos cuenta de que si bien no todo vale, sí es cierto que todo cuenta. Y ese es el caso de la pequeña plaza de Independencia y Perú, en San Telmo. Estoy de acuerdo con Nushi Muntaabski, que diseño y construyó el mural junto con Stella Blanchart, de que la cultura y la belleza ayudan a mejorar la vida. Es cierto que no dan de comer a los hambrientos, pero sí que ayudan a crear una ciudad más amable, más humana, como en la canción de la Cabra Mecánica, y esa amabilidad, en suficiente cantidad sí que puede empezar a encarrilarnos hacia la solución de problemas más graves.
El mural es pequeño y bonito, con cuatro árboles típicos de esta zona del mundo: el sauce, el palo borracho, la yerba mate y el ceibo que, como me contó Nushi es la flor nacional de la Argentina. Nushi se pasó varios años en Brasil estudiando paisajismo urbano, algo en lo que los brasileiros nos llevan bastante ventaja. Así como la Weber-Iggam donó recursos para el mural, Nushi, que acaba de vender una obra al Malba, donó su trabajo. En otra cosa estamos de acuerdo ella y yo: no se trata simplemente de que las empresas pongan dinero para cuestiones cívicas, la cosa va más bien de que pongan otro tipo de recursos: tiempo, ganas, gente. Así se crean redes de colaboración, y es eso lo que va a ayudar a cambiar las cosas. Ahí en la plaza conocí también a Sergio Isaza, de la ONG Cambio y Futuro. Fue él, que se encarga de mantener la plaza por puro gusto, quien juntó a la gente y las entidades (Weber-Iggam y el Club de Capitanes y Oficiales de la Marina Mercante, que está al lado) que han hecho posible la renovación de la plaza. Sergio es uno de esos tipos incansables que hace de todo, desde colaborar con una iglesia para dar de comer a los pobres en navidad hasta producir un programa de radio sobre asuntos cívicos por el que han pasado todos los políticos relevantes de la ciudad y la nación. Algunos pueden pensar que eso de los políticos no sirve para nada, a mí se me ocurre que hay que seguir insistiendo.
Esa radio donde Sergio hace su programa está en una fábrica recuperada, la antigua Conforti, hoy Gráfica Patricios, donde, antes de que la empresa fuera abandonda por los que fueron sus dueños, se imprimían los diarios Página 12 y El País. Ahí, los trabajadores, a parte de mantener sus empleos, han creado una escuela secundaria, donde se da formación técnica a chavales con “problemas de conducta“—así me lo dijo Sergio—, un pequeño centro médico, con ayuda de la Fundación Argerich, y la radio. La pregunta está clara, ¿no? Por si alguien no la ha pillado, la hago yo mismo: ¿Cómo se hace ciudad, cómo se construye un lugar en el que se pueda vivir, y vivir bien?

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