Te seguimos esperando, querido compañero Germán.
"Negro, bostero y peronista". Así te definías.
Tenías apenas 38 años cuando cuando partiste.
Pero sabemos que andas entre nosotros.
En el recuerdo de muchos veteranos que te recordamos y te extrañamos.
También andas en la fe y en la convicción de muchísimos pibes que, sin conocerte,
siguen tu camino con admiración por tu ejemplo.
¡Cuánto te hemos extrañado!
¡ Y cuánto te extrañamos, todavía!
Alguna vez dijiste:
"Podrán arrancar mil flores pero no podrán detener la primavera"
Y así es, Querido Germán.
Arrancaron miles de flores.
Pero millones de nuevas flores siguen construyendo la Primavera.
Esa que vos soñaste hasta el último minuto.
Te recordamos con todo el dolor de no tenerte entre nosotros físicamente.
Pero tenemos la certeza de que estás a nuestro lado en cada momento de esta lucha
que nunca abandonaste.
Hoy te recordamos con las palabras de Hugo Presman.
|
Hugo Presman
Morocho, llevando en su piel el origen libanés de sus ancestros,
peronista y de Boca, Germán Darío Abdala nació en Santa Teresita, al lado
del mar, un 12 de febrero de 1955, año singularmente desfavorable porque
fue derrocado Perón y River se coronó campeón iniciando el camino que
repetiría en 1956 y 1957. De chiquito vivió intensamente, tal vez
presintiendo que su vida sería corta. No podía comer caramelos, por un
problema digestivo, pero compraba golosinas y lo repartía entre sus
amigos. Su padre, Manzur, era un viejo peronista, que le inculcó la
necesidad de leer, sobre todo historia, y que un día se interrogó ¿Que
hago, vivo para tener plata o tengo plata para vivir? El haber optado por
la segunda parte de la pregunta lo llevo a acompañar a su hijo
permanentemente.
La separación de sus padres derivo a que Germán y sus hermanas mellizas
fueran a parar a un internado en un Colegio en San Clemente de curas y de
monjas. Alguna vez confesó: "Recuerdo los domingos de visita y lloro
en silencio.... nos buscábamos con las mellizas a través de nuestras
miradas.... y nos tendíamos las manos y nos tocábamos la cara y no
decíamos nada, solo llorábamos dignamente, hasta que venían a
separarnos".
Luego de ser ordenanza de un service de computadoras, pintor albañil y
vidriero, su amigo del alma, "el tano" Víctor De Gennaro le
consiguió trabajo como pintor en los Talleres de Minería del Estado.
Juntos recuperaron ATE, la asociación de trabajadores del estado en
1984.Previamente, los dos mosqueteros, habían creado la Agrupación Nacional
de Unidad y Solidaridad, militaron en la Juventud Peronista,
en la
Agrupación Amado Olmo y en Patria Grande. Participo de La Renovación Peronista
dirigida por Antonio Caffiero que perdió la interna con Carlos Menem.
En mayo de 1990, Germán analizaba aquel período: "Para nosotros la
renovación era un punto de comienzo, era donde nosotros empezábamos a
reconstituir la discusión dentro del peronismo, sin ilegalidad, que al
tipo que se paraba en un lugar y quería discutir algo no iba a ser
acusado de zurdo, o no lo iban a delatar por subversivo, o no le iban a
decir "cállate la boca sos un facho", sino que se iba a generar
un ámbito de discusión. Lo que pasa que muchos compañeros, los de la
renovación, lo tomaron como un punto de llegada, entonces dijeron:
modificamos un cachito el bombo, arreglemos la imagen, le decimos a los
sociólogos que hagan discursos, y queda ahí esto".
Lector de Fanon, Cook, Peron, Lenín y Jauretche, Abdala disfrutaba con la
música de Paco Ibáñez, Paco de Lucía, Serrat y los Quilapayun, las
milanesas y el asado hecho por el mismo. Dirigente del Movimiento
Renovador Peronista, apoya críticamente a Menem hasta los indultos.
Integra el grupo de los ocho, y accede a una banca de diputado. Decía por
entonces: "...Estamos asistiendo al vaciamiento del contenido
transformador del peronismo, porque el peronismo nunca pudo haber dicho
como discurso oficial que los males del país son los cuarenta años de
dirigismo. Nunca se puede hablar con la lógica y con el pensamiento de
quienes lo dominan, porque cuando se empieza hablar con ese argumento se
deja de ser peronista".
Como dirigente sindical decía "Si en el laburo me felicita el jefe,
yo digo: "Cagué a mis compañeros". Con dolor sostenía:
"Nos acusaron de muchas cosas, pero nunca pensé que en un gobierno
peronista me iban a acusar de peronista". Opositor tenaz a la
privatización de Aerolíneas, sostenía con claridad, a principios de los
noventa:" Acá la disyuntiva no es estatizar o privatizar, acá es
encontrar un proyecto político y económico para que este Estado sirva,
que es lo que los sectores liberales no quieren. Un Estado en un país
dependiente, que sirve, que cumple su rol, que planifica, que fiscaliza,
que dirige, que da asistencia, ubica al liberalismo fuera de contexto
porque entonces el liberalismo no puede desarrollar su viejo proceso de
acumulación en base a la competencia despiadada, a la política
monopólica".
Solía afirmar: "No alcanza con decir lo que pensamos, hay que vivir
como pensamos"
En junio de 1984, mientras jugaba un partido de fútbol con sus amigos, se
cayó y sintió un dolor terrible en la cintura. Salió de la cancha
gritando: "Sigan ustedes". Tuvo que ser operado. En la
intervención, se detectó un raro cáncer congénito conocido como cordoma
de sacro. Fue el principio de una larga lucha que lo llevó a soportar
veintiséis operaciones, algunas en Estados Unidos y Cuba. Siempre apoyado
por sus compañeros y su notable compañera Marcela Bordenave.
En abril de 1990, mientras se reponía en Estados Unidos, ante su pedido
de información, los médicos le dijeron: "Tenemos que decirle que su
cáncer es definitivamente terminal. Sólo se puede salvar si seccionamos
de la cintura para abajo" Germán le respondió: "No doctor,
vivir a cualquier precio no. Yo quiero vivir entero me entiende, entero
de alma, de la cabeza, de cuerpo entero, aunque me arrastre en una silla.
Y si no hay solución, le agradezco lo mismo. Yo lo pensé antes de venir
aquí doctor, si el cáncer me tiene que matar que me mate, pero yo no haré
nada para darle el gusto de morirme en vida". En medio de dolores
terribles, siguió luchando. De sus proyectos en diputados resalta la ley
que establecía las paritarias para los empleados estatales conocida como
ley Abdala, el proyecto de penalización severa de hechos de corrupción,
el pedido de suspensión de la privatización de Aerolíneas Argentinas
entre otros.
Volvió por última vez al Congreso en su silla de ruedas para oponerse a
la privatización de las jubilaciones y para apoyar a Pino Solanas a
senador nacional por la
Capital. De la misma forma asistió al Plenario
Fundacional de La
Central de Trabajadores Argentinos. Abandonó tres días
antes la internación en Estados Unidos y el tratamiento para estar presente.
Mientras se fundía en un fraternal abrazo con Víctor De Gennaro le dijo
"Quiero vivir Víctor, quiero vivir, por eso déjame estar ese día con
ustedes "Jorge Giles el autor del enternecedor libro " Los
caminos de Germán Abdala" describe la escena con esta frase : "
Mi corazón pidió permiso y se fue a llorar por los rincones " En uso
del micrófono su voz debilitada recobró la resonancia " El cáncer no
me va a matar, lo único que me puede matar es la tristeza" Y acota
Jorge Giles " Y ese día no había tristezas en sus ojos porque las
utopías no son tristes, las utopías encienden pequeñas fogatas dentro de
cada uno, luces que nos reconcilian con la vida y que le ponen al futuro
cara de milagro compartido. En su profunda mirada, la última a todos
juntos, se acunaba la utopía como una botella en el mar".
Siempre afirmó que de no ser militante popular sería oceonógrafo. En su
último verano, el de 1993, pidió ir a Santa Teresita. El primer y segundo
día de quedó en la casa. Al tercer día, su hija mayor Griselda, sabiendo
cuanto le gustaba el mar, le dijo:
"Dale Pa, vamos a la playa que está linda la mañana.- No voy a ir,
Griselda.- Pero por que papá, justo vos....- No quiero que me vean así -
Si es por eso, yo te llevo a un lugar alejado y además, a esta hora tan
temprano ¿Quién te va a ver?- Me va a ver el mar Griselda, y no quiero
que él me vea así".
El 13 de julio de 1993, cuando solo tenía treinta y ocho años, moría
Germán Abdala en el Hospital Italiano. La enfermedad lo había dejado sin
visión, pero aún así veía con la claridad que no tienen tantos
sindicalistas enriquecidos traicionando a los que pretenden representar.
Su generosidad se mantuvo intacta hasta el último momento. Cuando le
preguntó a su compañera si era el final y ella le contestó que si le dijo
"- Y bueno Marce, vos tenés el derecho a descansar ahora".
A su padre, le dijo: "Perdóname, viejo, por lo que te estoy
haciendo". No hubo velatorio como le rogó a Víctor porque no se
bancaba que ningún traidor le enviara una corona. Su cuerpo fue cremado y
arrojadas sus cenizas al mar, allá en Santa Teresita, allá donde quedó su
imagen de niño, sacándole el caballo al sodero , a la hora de la siesta,
para llevarlo a trotar por los médanos. Chacho Álvarez dijo:"Se fue
el mejor de todos nosotros".
En realidad solo se fue de la cancha y, como aquella vez, su frase es un legado: "Sigan ustedes".
"Y aunque no me creas, cara de pibe bueno
te andamos esperando, Germán, COMPAÑERO
|
|
|