lunes, 11 de mayo de 2009

Espectáculo de Ignacio Copani


El sábado 9 presenciamos el recital que brindó Ignacio Copani en el Teatro La Máscara, presentando su nuevo trabajo "Palabras cuerdas". Excelente el espectáculo, con invitados especiales, que se repetirá el mes próximo, en breve confirmaremos la fecha, en el mismo lugar. Al finalizar, Ignacio saludó y dialogó con muchos de los espectadores, con su habitual simpatía y don de gente. Presentó un par de temas nuevos que van a provocar muchos comentarios!!!!
Por ahora no podemos contar más. Espectáculo recomendado 100 %

domingo, 10 de mayo de 2009

¿DONDE NACEN LAS IDEAS?

DONDE NACEN LAS IDEAS

El tema que voy a proponerles es tema muy interesante, casi diría que es un tema trascendental en la política.
Y como todo tema que tiene que ver con la política es un tema polémico.
Y DEBE ser un tema polémico.
Tal vez por eso hablamos muy poco de él.

Ese tema es:
“Dónde nacen las ideas”.
Por supuesto que estamos hablando de las ideas políticas.
Las ideas que, se supone, orientan, generan y/o justifican las acciones de los hombres cuando acceden al poder, cuando llegan a la función pública, al lugar en el que se toman las decisiones que pueden mejorar, o empeorar, nuestras vidas; que pueden transformar la sociedad.

Porque ese, finalmente, es el objetivo de la política.
Pero ¿en qué dirección la transforman?
¿De dónde salen los proyectos? ¿Quién los elabora?
¿Y los hombres que los ejecutan? ¿De dónde vienen?

Sobre este tema se ha escrito mucho más de lo que nos imaginamos.
Vamos a meternos en algunos de esos trabajos. Vamos a compartir parte de ellos. Vamos a coincidir con algunas cosas que se dicen.
Y, seguramente, vamos a estar en desacuerdo con muchas otras cosas.

En el diario La Nación el 28 de agosto de 2007 con la firma de Laura Di Marco,
Se afirma :

Los think tanks – es el nombre que se da a los grupos privados generadores de ideas políticas- están reemplazando a los comités partidarios en la tarea de crear y proponer normativas modernas para el país.

Y la autora de la nota explica que llama así (think- tanks) a lo que define como “usinas de pensamiento”, donde se generan soluciones para problemas públicos. Y los describe como una “especie de supermercado, que emplea a intelectuales de la política, en cuyas góndolas se ofrecen ideas, dirigidas a sus potenciales consumidores, que son (o deberían ser) aquellos que toman decisiones en los distintos niveles del Estado”.

Según la autora, José María Ghio, director de PENT, un think tanks al que define como “de última generación”, sostiene que: “el fin del mercado es generar visión e influencia, con insumos consumibles para una audiencia dirigencial. Traducción: políticos y medios de comunicación.”

Parece ser que el nuestro es el país latinoamericano que tiene mayor cantidad de estas “laboratorios” dedicados a “fabricar técnicos para todo servicio y todo terreno.”




La autora, para explicar el fenómeno, recurre a Rosendo Fraga, quien dice que: "En los últimos años los partidos han ido perdiendo capacidad para formular políticas".
En ese proceso, se han “ido sustituyendo a los comités como ámbitos de la política”


Y la autora destaca:
“más allá de los distintos tipos- politizados o apartidarios; generadores de investigación o lobbistas cívicos- lo que acaba caracterizando a un think tank es su deseo de impactar en el proceso político o influir en la agenda pública”

La autora se pregunta ¿qué papel juegan, concretamente, esos tanques de pensamiento en el proceso de formulación de las políticas?
Recurre para contestar a un informe que atribuye a CIPPEC (Centro de implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento).
Esa entidad “toma como caso testigo de modelo exitoso a FIEL”, “por haber sido capaz de moldear con sus ideas privatizadoras, el debate de una década en la Argentina. Lo producido por FIEL en los ochenta- según el paper) fue generador de las políticas que Carlos Menem implementó diez años después”.

Según Di Marco esas empresas “elaboran papers académicos con asesores de comunicación y los difunden entre los medios y los tomadores de decisiones”, “hablan de instalar debates y posicionar ideas. En algún caso, como en Unidos del Sud (ya vamos a volver sobre este nombre), el tink thank de Francisco De Narváez, sus técnicos participan junto con legisladores, en las comisiones en el Congreso y ayudan en el armado de proyectos.”

Por su parte ”el macrista Horacio RodriguezLarreta, creador del grupo Sophia apunta: “Un objetivo que tenemos es formar cuadros para asumir responsabilidades públicas”

Como vamos a ir viendo, esos think tank, aunque se intente sostener lo contrario, siempre reflejan en sus trabajos un compromiso ideológico.

Di Marco recurre a la opinión del economista Enrique Arceo de FLACSO (sigla de Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), que es otro de los más de 30 think tanks que funcionan en nuestro país. Según Arceo: “No existe producción intelectual independiente de las clases sociales, y cada una de ellas tiene a sus intelectuales orgánicos trabajando en función de sus intereses”.

Bien. ¿Se van aclarando algo las cosas?
Los intelectuales de los “think tanks” representan y operan según intereses de clase. No son entes asépticos, libres de la pesada carga que representan las ideologías para los ultramodernos liberales.

Pasemos ahora a lo publicado en la Web el 17 de noviembre de 2008 con el título de: “Una nueva tendencia política: los que piensan por ellos”, por el conocido periodista Pablo Mendelevich.



Mendelevich define como think tank a “una organización no gubernamental que aspira abastecer de ideas a funcionarios públicos o prepara equipos para aplicarlas".
Y se pregunta “¿De cualquier color? ¿Gobierne quien gobierne?”

Y él mismo se contesta: “Se habla de ideas. En estos tiempos y lugares no está bien visto usar la palabra ideología”

El panorama que pinta este intelectual es, realmente, duro.

Afirma:
“En rigor, quien busque dentro de los partidos oficinas así, materia gris con forma de gabinetes de estudio de soluciones aplicables desde el Estado- probablemente se frustre”.

Describe a “los empobrecidos locales partidarios, escasos de computadoras, decorados con retratos escolares de Perón y Evita o Irigoyen” que “dan reparo a quienes ejercitan la política en forma tradicional, forma más cercana a la empresa de persuadir a terceros que a la de instalar equipos … para sacar cuentas realistas sobre determinado aspecto de una gestión estatal inminente”

Según Mendelevich “los think tanks mas importantes son alrededor de diez”.
Y sostiene que la mayoría trata de “no quedar pegados con corrientes partidarias”.

Destaca algunas excepciones muy evidentes, y resalta entre ellas al CEMA, muy asociado con el menemismo. El CEMA “catapultó al gobierno a Roque Fernández y a Carlos Rodríguez, también rector de la Universidad de ese nombre.”

Según Mendelevich, otro tema que se debe tener en cuenta, es “el origen de los fondos, el carácter más político o más académico, la venta o no de proyectos a empresas particulares”… “y el mayor o menor interés en saltar a la vía de los hechos“(léase “colocar” a sus hombres en la gestión pública)

El rechazo de algunos think tanks por los embanderamientos partidarios se justifica, según el periodista, fundamentalmente, a raíz de la relación que mantuvo el IERAL, instituto de la Fundación Mediterránea, con la gestión de quien fuera uno de sus investigadores, el doctor Domingo Cavallo.
Y afirma : “Como nunca antes ni después, esa institución abasteció de ideas y de hombres al ministro de Economía de Menem y de de la Rúa. Ese compromiso incluyó, según aquella inolvidable revelación entre lágrimas, el pago de un refuerzo de sueldo para el ministro”.

Y yo recuerdo al doctor Cavallo justificando el hecho ante los periodistas de aquel entonces con la pregunta “¿Usted piensa que yo puedo mantener mi nivel de vida con el sueldo de Ministro?”

Y me pregunto: ¿Estas cosas se escribirán algún día en los libros de historia que leerán las futuras generaciones?

A juzgar por el poco compromiso testimonial de quienes nos informan en el presente me permito desconfiar de lo que escriban para el futuro.


Lo cierto es que, según Mendelevich , “en la oficina que el IERAL tiene en Barrio Norte, hoy no se ven fotos de Domingo Cavallo”


Otra característica que analiza Mendelevich es la práctica de estas empresas de asociarse para desarrollar proyectos afines.
Pone como ejemplo al Grupo Sophia, con su “factotum” Horacio Rodríguez Larreta, y el grupo Unidos del Sur, del empresario colombiano Francisco de Narváez. Ambos grupos se imaginan aplicando sus propias propuestas desde el Estado, para lo cual esperan ser llamados”

Según el periodista, Rodríguez Larreta sostiene: “la gente que formamos tiene el denominador común de disponer de vocación pública, no solo académica”

Y afirma Mendelevich: “cuando le tocó desempeñarse en la DGI y en la ANSES; Rodríguez Larretas llevó con él una veintena de personas del grupo Sophia”.

Unidos del Sud”, la empresa del empresario Francisco De Narváez tiene su bunker allá en Las Cañitas. Allí, “tras una discreta pared de vidrio esmerilado, en una planta iluminada como una nave espacial, decenas de computadoras magnetizan a puñados de jóvenes elegantemente trajeados y mujeres en general esbeltas”

El empresario colombiano, nacionalizado argentino, líder absoluto de esta “fábrica de dirigentes”, diputado duhaldista, socio propietario de Radio La Red y de América TV, manifiesta que “las personas que trabajamos aquí no tenemos vocación para escribir libros con propuestas”. “Declama que en Unidos del Sud cuentan con más de 200 profesionales que trabajan en la elaboración de planes de gobierno y en la conformación de equipos con vocación de gestión”

Ese es, claramente, su proyecto: ocupar cargos de gestión de la política nacional con sus hombres, llegar al núcleo del Poder.

Si hiciéramos un estudio más o menos minucioso de las trayectorias de los hombres y mujeres que “pasan” por la función pública encontraríamos entre ellas muchos vasos comunicantes.
Así como en los 90, la Fundación Mediterránea llenó de cordobeses el Ministerio de Economía de la Nación para que colaboraran con su investigador estrella, el ministro Cavallo, años después podríamos encontrar el paso de Gustavo Lopetegui desde la fundación Sophia al Ministerio de la Producción de Buenos Aires, de Pedro Lacoste al Banco Central y de Horacio Rodríguez Larreta al actual gabinete de Mauricio Macri.

Desde Unidos del Sud llegó al equipo de Felipe Sola, Martín Lousteau que, después de pasar del Ministerio de la Producción bonaerense al Banco de la Provincia, alcanzó aunque por poco tiempo el Ministerio de Economía de la Nación.

Es curioso ver como se entrecruzan los caminos de todos estos profesionales.
O han trabajado juntos en alguno de los citados think tanks, o se han asociado en proyectos conjuntos, siempre tratando de rodearse de la gente “de su palo”.
Y, en muchos casos, los ha vuelto a reunir la función pública.

Han aparecido y desaparecido en un gobierno de determinado signo.
Y han vuelto a renacer, como el ave Fénix, en un gobierno de otro signo.
Es la definición de Laura Di Marco de “la oferta supermercadista de técnicos”.
Están allí. Trabajan para cualquiera que compre sus recetas.
Es su negocio.

Volviendo a Mendelevich, éste considera que” este complejo mapa se vuelve aún más rebelde a las clasificaciones si se trata de analizar el origen de los fondos que les permiten a estos grupos seguir respirando”.
“Muchas grandes empresas sostienen a varios grupos”. “Los nombre se repiten, de lo que se infiere la diversificación de los fondos que se invierten en los think tanks”.

“También está el dinero de los organismos internacionales,- afirma- y la venta de “servicios” que algunos realizan a instituciones y empresas, algo que puede llegar a convertir a estos grupos en consultoras presentadas como instituciones académicas”.

Según Mendelevich, “un veterano director de un think tanks consultado declaró que: en nombre de los think tanks también es posible instalar detrás del poder a profesionales cuya misión no es empujar políticas públicas sino intereses sectoriales”.


Hasta aquí llegamos con el tema. Seguramente daría para mucho más.

Pero queremos formular una conclusión e invitar al oyente a reflexionar con nosotros.
Hemos hablado de diversos grupos, verdaderas empresas, que se ocupan de “fabricar” técnicos que luego se convierten en funcionarios de sucesivos gobiernos.

¿Cuál es el papel que juegan los partidos políticos en todo esto?
¿Han renunciado a la discusión ideológica?
¿Creen también que las ideologías han muerto o han pasado de moda?
¿Piensan seriamente que lo público solo es un problema de gestión?

¿Es lo mismo privatizar empresas públicas cuando en los países centrales se estatizaban esas mismas empresas?

¿Es lo mismo favorecer la monumental concentración de los medios de comunicación,
que sería impensable en países como EEUU, que facilitar el acceso a la mayor cantidad de operadores para garantizar, además de la libertad de expresión, la pluralidad de opiniones tan restringida hoy?

¿Qué dicen de esta situación los dirigentes de los partidos?

¿Les resulta más fácil y barato alquilar cuadros técnicos en el supermercado de los think tanks en lugar de formarlos ellos mismos?

¿Y los sindicatos?

¿Han perdido el interés en la discusión política?
¿Y cómo piensan encarar la discusión sobre la redistribución del ingreso y la mejora en las condiciones de vida?

¿Seguiremos escuchando los argumentos de los que dicen ser “los que saben” porque salieron de los “think tanks, sin atrevernos a rebatirlos?

No soy el autor de la definición pero coincido con quien afirmó que la política es el arma más importante que tienen los pueblos para transformar su realidad, para construir su futuro. Y también su vida de todos los días.

Porque coincido con esa definición, creo que no debemos aceptar que el arsenal de la política esté en manos de grupos privados que se reciclan y se reciclan, cambiando de camiseta según la ocasión.

Debemos volver al debate. Sin agravios pero sin miedos.
Construir una realidad mejor no es trabajo de un grupo de iluminados.
Es un compromiso de todos.
Pongámonos en marcha de una vez.

Gerardo