lunes, 14 de enero de 2013

¡¡¡ALTA EN EL CIELO...!!!





“Alta en el cielo
Un águila guerrera”…

En pocas ocasiones esos versos provocaron  tanta emoción en quienes los escuchaban.
“audaz se eleva en vuelo triunfal…”

Si. El vuelo de la bandera argentina, erguida sobre los mástiles de la Fragata Libertad, era triunfal como pocas veces.
Con el fondo de un cielo inmensamente celeste, que parecía asociarse a la fiesta, Nuestra bandera flameaba al viento, erguida en su dignidad de emblema de una Nación Libre, de un Pueblo Libre.

Darío Volonté, el gran tenor veterano de la guerra de  Malvinas, entonaba “Aurora”, y su voz, potente como nunca, emocionaba por igual a jóvenes y veteranos.
Alguno, recordando tiempos de fiestas escolares quizás algo lejanas, se atrevía a acompañar la letra a media voz,  mientras contenía alguna lágrima de emoción.
Y la emoción era más que justificada.
Seguramente en la memoria de casi todos era difícil encontrar el recuerdo de una celebración así, compartida entre civiles y militares.

A mi lado, alguien con un “par de años” encima, se lo comentó a un ministro del Gobierno Nacional: “¡Cuánto hacía que no festejábamos algo con los uniformados; así, juntos!”

Y el Ministro asintió.
Porque  era rigurosamente cierto. 





Lo que nos recuerda habitualmente  la historia es la participación de las Fuerzas Armadas en el derrocamiento de Presidentes elegidos democráticamente.
Algunos lo han vivido y sufrido; otros lo han leído, una y otra vez, en crónicas periodísticas.
Durante años, el relato histórico nos habló, condenándolos o aplaudiéndolos, de “golpes militares”.
La lista es larga. ¿Vale la pena hacer el inventario?

Lo que, por lo general, el relato histórico ha omitido contarnos es que esos golpes nunca fueron exclusivamente “golpes militares”  En todos ellos hubo civiles que participaron, alentándolos, justificándolos, e incluso ocupando cargos de gobierno.
Ha sido un fenómeno repetido en muchos países. Pero en Argentina, durante
muchos años,  ha representado una constante. Cuando las acciones de un gobierno afectaban intereses económicos que se consideraban “perjudicados”, sobrevenía el consiguiente “golpe militar”.

El relato histórico, además de silenciar esa intervención de sectores civiles en la gestación de los golpes, ha disimulado cuidadosamente la participación de esos mismos grupos en la gestión de los gobiernos nacidos de esos golpes.

Recorriendo atentamente los testimonios de esos tiempos se puede descubrir la presencia, en algunos casos con gran  influencia política, de civiles prolijamente vestidos con ropaje democrático. Ministros, embajadores, apóstoles periodísticos que se ocupaban de defender la “gestión” de las autoridades de facto.

Resulta más dificultoso encontrar, en esas reseñas históricas, el listado de los hombres de armas que, en desacuerdo con esos golpes, solicitaron su baja del servicio  y abandonaron la carrera militar. 

Hubo quienes se negaron, incluso a reprimir movimientos sociales como el “cordobazo”. Y hubo militares que  fueron fusilados sin ningún tipo de juicio por tratar de reponer a un gobierno derrocado militarmente.

En esta oportunidad, la insólita pretensión de trabar embargo  sobre nuestro Buque Escuela por parte de uno de los “fondos buitres” que  revolotean sobre la carroña  que ellos mismos con sus cómplices locales, generan en la economía de los diversos países, ha actuado como una divisoria de aguas.

Una parte de nuestra población, tal vez la misma acostumbrada a invitar  a los militares a rebelarse contra los gobiernos que no son de su agrado, miró con desprecio todo lo que hizo el Gobierno Nacional para recuperar la Fragata.

Llegaron a proponer  realizar una colecta. Tal vez pensaban constituir un “fondo patriótico” como aquél de Malvinas,  cuyos fondos nunca tuvieron un destino muy claro.
Acaso alguno propusiera eliminar la Asignación Universal por Hijo y derivar esos fondos hacia el “acreedor externo”. ¡Vaya uno a saber!

Esa misma gente (dudé en escribir argentinos; preferí no hacerlo) miró con mucho fastidio y bastante odio lo que ocurría en Mar del Plata.



¿Qué era eso de la Banda de la Marina de Guerra tocando canciones populares para “entretener” a esos miles de argentinos que esperaban a la Fragata
¿Y los Granaderos?  
¡Kilómetro 11!  
¡Avanti morocha!

¡Era demasiado! 

Era el mismo odio  de siempre, el del “viva el cáncer” de 1952.
Tan irracional como aquel.
Para esa gente, los militares están para defender sus privilegios históricos y reprimir a cualquiera que pretenda modificar el sistema que garantizó siempre esos privilegios.

Olvidan un par de detalles.
Hubo un Presidente, llamado Néstor Kirchner, que se  atrevió a bajar el cuadro de Videla del Colegio Militar de la Nación.
Hubo una Justicia que juzgó, y sigue juzgando, a quienes mancharon las armas que les entregó la Patria para defenderla y las usaron para violar los derechos humanos.

El día que arribó, libre y gallarda, la Fragata Libertad  ni el Gobierno ni el Pueblo le pidieron a las Fuerzas Armadas que cantaran una marcha partidaria.

Fue El Pueblo el que cantó Aurora junto a la Banda de la Armada.

Son momentos diferentes.
Algo ha cambiado en Nuestra Historia.

¡Patria Si. Colonia No!
¡Patria Si. Colonia No!

Nuestra Presidenta coincidió con el Pueblo en la consigna.

¡¡¡Alta en el cielo, la Bandera de Nuestra Patria flameaba orgullosa!!!





Gerardo Abbruzzese