jueves, 11 de julio de 2013

CANTATA PARA LA FACHADA





Julio 2013
Inspirado por la intensidad de la campaña que pide más ¨a¨ (+a)... ¨acá va la catarata armada a las patadas¨.
Debería haber firmado ¨Agnacaa Capana¨ pero como doy la cara (y la doy siempre en el mismo lugar de la vida)
prefiero dejar esta ¨cantata¨ firmada con todas las letras.
 
Ignacio Copani
 


 
 
Cantata para la Fachada.
 
Mamá Massa arranca a la mañana...
Gran mamá... Mamassa...
Ama a las plantas...
Amasa pastas, las sala, arma la salsa, asa a las brasas papas, calabazas, blandas carnazas.
 
Llama a Massa...
Bajá !...  Basta para la cama !
Massa capta la llamada . Acata a la mandamás.
Alza las gambas... Larga las sábanas... Salta... Lava la cara...
Pasa a la sala.
Chapa naranjas, manzanas, bananas, las manya.
Canta sagradas alabanzas al barba.
Hasta canta baladas. Ama a Abba, a Maná, a Paralamas. A Bandana.
 
Abaraja maracas para danzar salsa, samba, lambada. Gran galán.
Palmas ! Palmas !
 
Arranca Massa.
Va a armar gran campaña para atrapar a las capas más altas....
A las bajas, Massa manda sarasa... Bla bla.
Tanta sanata cansa.
 
Campaña rara.
Massa falta a la palabra.
Massa amaga... Va para acá... Va para allá...
Massa avanza para atrás.
Calza máscaras.
 
Massa saca as a la manga...
Abracadabra...
 
Llama a la Casa Blanca... (what´sapp... llamada más barata)
Barak ? Pasá data !!!
Magna Alma manda a Massa a acaparar ratas agazapadas.
A mangar plata a tranzas, a amparar lacras.
Llamada acabada.
 
Massa raja al canal.
a Paka paka ??? Naaaa...
Al canal más garca a hablar a Lanata.
Massa garpa.
Grasa plaga zarpada bajará la caña, lanzará carnada al mar para atrapar a la banda más tarada.
Saldrán a cazar.
La manada rasca bancará la parada para arañar la lata.
 
Sacará la tarasca . Dará las nalgas manchadas a Massa.
Alcanza para ganar ???
Falta.
Falta más campaña.
Andar hasta la Gran Manzana, hasta Arkansas, Alabama, Atlanta, Kansas..
(Alaska ataca a Kamchatka.)
Panamá... Canadá... Jamás a La Habana.
Allá va la dama K.
 
Ah... Caramba... Gran macana la dama K.
Arrastra.
Da la cara.
Da casas.
Gasta plata a carradas para las masas.
Las abraza.
Atasca la plaza. Arrasa.
 
La barra mansa más ancha la banca hasta para las malas.
Alzarán pancartas... Pasarán a las casas ...
Armarán charlas... Trabajarán para más hazañas... Para más mañanas ganadas...
 
Basta !... Sacala Massa !
 
Massa tratará.... Marcará las cartas... Rayará la cancha ...
 
Ganará ?
Para nada...
Hasta Massa va a cantar la marcha al acabar la batalla.
 


           gracias Nacho
            Gerardo Abbruzzese

martes, 4 de junio de 2013

El Gallinero

 

 
Claudio se levantó malhumorado.
Hacía rato que no podía descansar como corresponde
El gallinero se había convertido en un lugar inhabitable.
El cacareo de las gallinas era permanente, atronador.

Él, como buen gallo, madrugaba más que todas ellas.
Cuando aún el sol no había asomado, se subía al lugar más alto del gallinero y…¡¡¡kikiriki!!! ¡¡¡kikiriki!!!
su canto anunciaba que el amanecer estaba llegando.

Hombres y animales se enteraban por ese ¡kikiriki! que, como todas las madrugadas, la noche se replegaba en la oscuridad y dejaba lugar al nuevo día.

Los humanos se ponían en movimiento. Desayunaban y se preparaban para marchar a sus trabajos.
Los animales comenzaban a estirarse y desperezarse con un bostezo

Entonces él, cumplida su tarea, se preparaba para descansar un rato.
Mas tarde entraría al interior del gallinero y pisaría un par de gallinas.
Lo hacía todos los días con mucha atención.
Se cuidaba mucho de no repetirse, de no pisar dos días seguidos la misma gallina.

No quería quejas. Eran unas cuantas y él, gallo joven, recién llegado a ese gallinero, debía compensar a Juan, gallo imponente pero veterano, pícaro, que cada día trabajaba menos.

Juan le había explicado como moverse en aquel gallinero.
Le había enseñado los secretos de cada rincón y, en buena medida, las preferencias de cada gallina.
Finalmente le había recomendado, con bastante insistencia:
“Cualquier duda que tengas, cualquier cosa que te preocupe, no dudes en preguntarme. Recordá siempre que estamos en Argentina. Este no es un gallinero cualquiera. Es un gallinero argentino. ¿Está claro?”

Estaba claro. Clarísimo; si Juan lo decía…
Claudio no era un principiante, pero comparado con Juan era un gallo joven.
“De los viejos siempre se puede aprender algo”, se dijo.

Con el paso de los días, el malhumor se le había ido acentuando.
En ese gallinero no había un segundo de silencio.
Las gallinas no paraban de cacarear.
Él se esforzaba. Pisaba todas las gallinas que podía.
Pero…
No podía relajarse para descansar después de pisarlas.
Parecía que todas se pusieran de acuerdo para molestar su descanso
Cacareaban y cacareaban y cacareaban, todo el día.

Debía terminar con eso cuanto antes.
Algo tendría que hacer.
Se le ocurrió que lo primero era averiguar las razones de aquel barullo, de aquel cacareo permanente y ensordecedor.

Cruzó el gran patio y se encaminó hacia el núcleo del gallinero.
Se detuvo a observar el piso de tierra. Allí se apretujaban muchas gallinas cubiertas por la enorme cantidad de excrementos que caían desde la parte superior del gallinero.

Eran muchas. No paraban de cacarear y cacarear, mientras trataban de evitar la caca que les llovía desde los palos elevados, donde cacareaban otra importante, aunque mucho menor, cantidad de gallinas.

El espectáculo era fuerte. Las gallinas del piso corrían de un lado al otro, cacareando y tratando de sacudirse los excrementos que llevaban encima.

Por encima de eso, se alineaba una prolija fila de palos, muy bien acondicionados.
Sobre ellos cacareaba otro grupo de gallinas, aunque mucho más pequeño que el que se movía por el piso.

Claudio miró hacia arriba. Agitó sus alas y fue por una confirmación.
Dos aletazos y llegó a destino. Tratando de no exagerar su malhumor, empujó a una de las gallinas y ocupó su lugar en el palito.

Las observó a todas, que seguían cacareando estridentemente.
Algunas tenían sus plumas sucias como las de abajo.
Pero eran pocas.
Parecía como si hubieran subido por primera vez a esos palos.
Cacareaban como las otras, pero parecían satisfechas.

Allí, en esos palos, casi no caía excremento.
Porque, realmente arriba solo quedaban unos pocos palos, con muy pocas gallinas.

Sin embargo todas cacareaban: las que estaban bañadas de caca y también las otras, que solo presentaban alguna salpicadura menor.
Aún cacareaban las que no estaban sucias.
Y, por momentos, eran las más escandalosas.

Claudio comenzó a perder la paciencia.
“¡¡Estas gallinas me tienen harto!!- se dijo- ¿qué diablos quieren? ¿Por qué no paran de cacarear nunca?”

Mientras pensaba eso, sintió un empujón. Alguien lo obligaba a desplazarse en el palo para hacerse lugar.
“¡Lo único que les falta a estas gallinas!”, pensó.

Giro el pico, decidido a castigar a la atrevida que lo empujaba.

Pero…Allí estaba Juan, acomodando sus enormes alas para hacer equilibrio sobre el palo.

“¿Qué te pasa?”- preguntó Juan, con un gesto socarrón de veterano.

-“Estoy loco”-respondió Claudio-“Yo cumplo con todo lo mío: me levanto bien temprano, trato de despertar a todo el mundo con mi “kikiriki”, piso dos o tres gallinas cada mañana, tratando de no repetir. Cuido mucho tenerlas conformes a todas. Pero ellas me vuelven loco. ¡No paran de cacarear en todo el día! ¡No puedo descansar un minuto!”

Creyó adivinar una sonrisa socarrona en el pico de Juan.
El gallo veterano fue terminante: “Te avisé. Esto es un gallinero”

“-Ya sé”- respondió- “Ya sé”…”Y la ley del gallinero es clara. La gallina de arriba caga a la de abajo. Y acá las de abajo cacarean y cacarean porque están tapadas de caca”.
“Pero las del medio, casi, no están sucias. Y, sin embargo, por momentos… ¡cacarean más que las de abajo!”

Juan sacudió su cresta y lo palmeó con un ala.

-” Yo te avisé. Y te aclaré que era un gallinero argentino”

¡¿Y?!- Claudio no comprendía.
 
 
 
Juan señaló hacia abajo:
“Mirá bien, y escuchá bien, porque no lo voy a repetir:


 

                                
 
“Las gallinas de abajo cacarean todo el tiempo porque están hartas de “comer caca” todo el día”.

“Pero las del medio no cacarean por el poquito de caca que les cae de arriba”.

“Las del medio cacarean y cacarean porque las de abajo molestan con tanto ruido”.
” Y, además, todo el tiempo están tratando de subirse al palito de ellas”.
“¡Y, por si fuera poco, cada tanto alguna lo consigue!”

“¿Ahora, comprendes qué particularidad tiene el “gallinero argentino?”

Claudio se quedó pensando.
Se le comenzaban a ocurrir dos preguntas.
¿Tendría Juan la respuesta para ellas?

¿Cómo lograr que las gallinas de abajo pudieran subirse todas a los “palitos del medio”?
¿Cómo convencer a las gallinas del medio para que permitieran subir a “sus palitos” a las gallinas de abajo?

Eran dos buenas preguntas.
Si a Juan se le ocurría alguna idea, él estaba dispuesto a colaborar.
Si conseguían que se agrandaran los “palitos del medio” habría más lugar para que subieran las gallinas de abajo.
¿Por qué no?

Si lo lograran… ¡Otro gallo cantaría!

Gerardo Eloy Abbruzzese
 
gracias Fierro de papel
 

lunes, 14 de enero de 2013

¡¡¡ALTA EN EL CIELO...!!!





“Alta en el cielo
Un águila guerrera”…

En pocas ocasiones esos versos provocaron  tanta emoción en quienes los escuchaban.
“audaz se eleva en vuelo triunfal…”

Si. El vuelo de la bandera argentina, erguida sobre los mástiles de la Fragata Libertad, era triunfal como pocas veces.
Con el fondo de un cielo inmensamente celeste, que parecía asociarse a la fiesta, Nuestra bandera flameaba al viento, erguida en su dignidad de emblema de una Nación Libre, de un Pueblo Libre.

Darío Volonté, el gran tenor veterano de la guerra de  Malvinas, entonaba “Aurora”, y su voz, potente como nunca, emocionaba por igual a jóvenes y veteranos.
Alguno, recordando tiempos de fiestas escolares quizás algo lejanas, se atrevía a acompañar la letra a media voz,  mientras contenía alguna lágrima de emoción.
Y la emoción era más que justificada.
Seguramente en la memoria de casi todos era difícil encontrar el recuerdo de una celebración así, compartida entre civiles y militares.

A mi lado, alguien con un “par de años” encima, se lo comentó a un ministro del Gobierno Nacional: “¡Cuánto hacía que no festejábamos algo con los uniformados; así, juntos!”

Y el Ministro asintió.
Porque  era rigurosamente cierto. 





Lo que nos recuerda habitualmente  la historia es la participación de las Fuerzas Armadas en el derrocamiento de Presidentes elegidos democráticamente.
Algunos lo han vivido y sufrido; otros lo han leído, una y otra vez, en crónicas periodísticas.
Durante años, el relato histórico nos habló, condenándolos o aplaudiéndolos, de “golpes militares”.
La lista es larga. ¿Vale la pena hacer el inventario?

Lo que, por lo general, el relato histórico ha omitido contarnos es que esos golpes nunca fueron exclusivamente “golpes militares”  En todos ellos hubo civiles que participaron, alentándolos, justificándolos, e incluso ocupando cargos de gobierno.
Ha sido un fenómeno repetido en muchos países. Pero en Argentina, durante
muchos años,  ha representado una constante. Cuando las acciones de un gobierno afectaban intereses económicos que se consideraban “perjudicados”, sobrevenía el consiguiente “golpe militar”.

El relato histórico, además de silenciar esa intervención de sectores civiles en la gestación de los golpes, ha disimulado cuidadosamente la participación de esos mismos grupos en la gestión de los gobiernos nacidos de esos golpes.

Recorriendo atentamente los testimonios de esos tiempos se puede descubrir la presencia, en algunos casos con gran  influencia política, de civiles prolijamente vestidos con ropaje democrático. Ministros, embajadores, apóstoles periodísticos que se ocupaban de defender la “gestión” de las autoridades de facto.

Resulta más dificultoso encontrar, en esas reseñas históricas, el listado de los hombres de armas que, en desacuerdo con esos golpes, solicitaron su baja del servicio  y abandonaron la carrera militar. 

Hubo quienes se negaron, incluso a reprimir movimientos sociales como el “cordobazo”. Y hubo militares que  fueron fusilados sin ningún tipo de juicio por tratar de reponer a un gobierno derrocado militarmente.

En esta oportunidad, la insólita pretensión de trabar embargo  sobre nuestro Buque Escuela por parte de uno de los “fondos buitres” que  revolotean sobre la carroña  que ellos mismos con sus cómplices locales, generan en la economía de los diversos países, ha actuado como una divisoria de aguas.

Una parte de nuestra población, tal vez la misma acostumbrada a invitar  a los militares a rebelarse contra los gobiernos que no son de su agrado, miró con desprecio todo lo que hizo el Gobierno Nacional para recuperar la Fragata.

Llegaron a proponer  realizar una colecta. Tal vez pensaban constituir un “fondo patriótico” como aquél de Malvinas,  cuyos fondos nunca tuvieron un destino muy claro.
Acaso alguno propusiera eliminar la Asignación Universal por Hijo y derivar esos fondos hacia el “acreedor externo”. ¡Vaya uno a saber!

Esa misma gente (dudé en escribir argentinos; preferí no hacerlo) miró con mucho fastidio y bastante odio lo que ocurría en Mar del Plata.



¿Qué era eso de la Banda de la Marina de Guerra tocando canciones populares para “entretener” a esos miles de argentinos que esperaban a la Fragata
¿Y los Granaderos?  
¡Kilómetro 11!  
¡Avanti morocha!

¡Era demasiado! 

Era el mismo odio  de siempre, el del “viva el cáncer” de 1952.
Tan irracional como aquel.
Para esa gente, los militares están para defender sus privilegios históricos y reprimir a cualquiera que pretenda modificar el sistema que garantizó siempre esos privilegios.

Olvidan un par de detalles.
Hubo un Presidente, llamado Néstor Kirchner, que se  atrevió a bajar el cuadro de Videla del Colegio Militar de la Nación.
Hubo una Justicia que juzgó, y sigue juzgando, a quienes mancharon las armas que les entregó la Patria para defenderla y las usaron para violar los derechos humanos.

El día que arribó, libre y gallarda, la Fragata Libertad  ni el Gobierno ni el Pueblo le pidieron a las Fuerzas Armadas que cantaran una marcha partidaria.

Fue El Pueblo el que cantó Aurora junto a la Banda de la Armada.

Son momentos diferentes.
Algo ha cambiado en Nuestra Historia.

¡Patria Si. Colonia No!
¡Patria Si. Colonia No!

Nuestra Presidenta coincidió con el Pueblo en la consigna.

¡¡¡Alta en el cielo, la Bandera de Nuestra Patria flameaba orgullosa!!!





Gerardo Abbruzzese

domingo, 23 de diciembre de 2012

Reflexiones de Fin de Año




Reflexiones de Fin de Año


 
En esta fecha del año, cuando cada uno de nosotros hace su "balance", tengamos presente siempre dos cosas:


Que los tropiezos y los golpes duelen menos cuando se comparten con aquellos a los que uno ama
Y
Que los triunfos se hacen mucho más grandes, y se disfrutan mucho más, cuando se festejan con aquellos a los que uno ama.

Nadie se salva solo.

Que el 2013 nos permita seguir avanzando hacia la Felicidad.
Cada uno de nosotros busca ese deseado mar de la Felicidad esquivando los obstáculos, como un pequeño arroyo que se filtra entre las piedras que, muchas veces, obstruyen el camino.
Unos y otros eludimos esos obstáculos con mayor o menor dificultad. Algunos, incluso, se diluyen en el esfuerzo y abandonan.

Qué el 2013 nos permita reunirnos para avanzar juntos hacia el futuro, como pequeños arroyos que confluyen en un río firme, caudaloso, que engrosa su volumen con el aporte de nuevos y nuevos arroyos.

Y que ese río nos conduzca a todos hacia ese mar de Felicidad que buscamos.
Y que, debemos convencernos, alcanzaremos todos unidos

Les hago llegar un gran abrazo y un pequeño regalo






¡¡¡¡FELICES FIESTAS!!!!

Gerardo Abbruzzese

martes, 6 de noviembre de 2012

LEONARDO EN LA GLORIA


En caliente.
Con un nudo en la garganta.
Así estoy escribiendo estas palabras.
Con toda la angustia y todo  el dolor con que se despide a alguien a quien no quisiéramos despedir nunca.

Y, en realidad, no lo despedimos
Porque hay hombres a los que nunca se les dice adiós.
Siempre estarán.
Siempre seguirán presentes muy adentro nuestro, en el amor que supieron despertar en nosotros a lo largo de sus vidas.

Siempre vivirán en el amor que un Pueblo entero siente por ellos.
Pocos artistas, pocos hombres, llegan a despertar un sentimiento tan fuerte.

Leonardo Favio,
Días atrás conversábamos en Cambio y Futuro en el aire sobre la costumbre de nuestra sociedad de agasajar a los grandes  después de su muerte.
Ha ocurrido con muchos.
Durante la vida no todos recibieron el aplauso  que merecían.
La muerte les otorgó ese reconocimiento  que no siempre habían recibido en vida.

Con Leonardo Favio ha sido distinto.
Algunas generaciones  lo conocimos en tiempos en que se veía obligado a empeñar la plaqueta de un premio recibido por una película para poder encarar el financiamiento de una nueva creación.
Aunque parezca una fábula, ocurrió así.
Muchos que peinamos canas lo vimos confesarlo con resignada ironía en algún programa de televisión.

Otros lo descubrieron cuando se decidió a cantar.
Y en tan solo 60 días se convirtió en el artista nacional más escuchado y sus discos volaban de las disquerías de entonces. Fue el hit  de ese año!

Sus creaciones cinematográficas se convirtieron en  un imán que  despertó la admiración y el aplauso de amigos y adversarios políticos.

Desde aquella “Crónica de un niño solo”, casi autobiográfica, hasta la deslumbrante versión de “Aniceto” convertida en un ballet de una exquisitez  estética deslumbrante.

Su compromiso político no podía ser otro.
El peronismo fue su compañero de viaje durante toda la vida.
Se crió en la pobreza, el dolor, el desamparo, el sufrimiento.
Y vivió las transformaciones que el peronismo produjo en esa sociedad de excluidos, postergados y maltratados, de la que había formado parte en su niñez.
Y amó al peronismo como una religión.
"Yo no soy un director de cine peronista; soy un peronista que hace cine.
Trato de no usar mi arte para bajar línea política, porque tengo miedo de que se me escape la poesía"
"Pero hago cine como peronista"
"Ese es nuestro oficio: testimoniar el llanto, testimoniar la historia, ser memoria".

Ese mundo de su infancia  lo acompañó a lo largo de la vida como un ADN.
Cada paso que dio, cada creación artística estuvo impregnada de ese amor reivindicativo.
Ese amor solidario y dolorido frente al sufrimiento de los más débiles, de los más humildes, estuvo presente en toda su obra como director de cine.

Sus personajes fueron los “anti-héroes”, los “héroes de abajo”, los niños desvalidos, los que, mas allá de sus triunfos ocasionales, fueron siempre los grandes perdedores de una sociedad injusta.
Una sociedad que el peronismo llegó para transformar, para hacer más justa, más solidaria.

El romance del Aniceto y la Francisca, en oportunidad de su estreno fue calificada por la crítica más exigente, como la “mejor película argentina de todos los tiempos”

Similar aplauso generaron “Moreira”, “Nazareno Cruz y el lobo”, “Gatica”.
Fueron personajes de esa inmensa galería que desfiló por su obra.
Vencedores vencidos, perdedores que triunfan;  para todos hubo lugar en sus creaciones.

Compañeros y adversarios políticos coinciden en saludar su enorme talento creador y su  permanente  coherencia ideológica.

Como cantante fue un sensible transmisor de los sentimientos más humanos, más cotidianos: el amor, el dolor por una ausencia, la alegría de un reencuentro.

Sin ser un militante orgánico, tuvo al peronismo como algo muy íntimo, muy profundo.

Trabajó incansablemente, reuniendo los elementos más diversos,  capaces de testimoniar  ese amor por lo que representó, y representa,  en la vida del país el peronismo,  y construyó ese enorme homenaje documental que es "Perón, sinfonía del sentimiento!"

Como testimonio de su amor por el peronismo y por los peronistas, en ocasión de su estreno, en 1999,  dedicó “Sinfonía de un sentimiento”  a la memoria de Héctor J. Cámpora, Hugo del Carril, Ricardo Carpani, Rodolfo Walsh, los trabajadores, los estudiantes y el Grupo de Cine Liberación (que integraran en aquellos tiempos Fernando Solanas, Gerardo Vallejo y Octavio Getino)..

Hace pocos años, en agosto del 2006, le preguntaron como veía el presente.
Favio describió así ese presente:

"¿Cómo lo veo? Maravillosamente bien. No es fácil la tarea en la que está envuelto este hombre. Yo diría que, finalmente, después de más de cincuenta años, no tenemos un político en el gobierno: tenemos un conductor, un tipo que te convence con hechos concretos. Y despojado de toda hipocresía política. Pero, además, con mucha visión y mucho talento. Me gustaría que lo supiéramos preservar.”

En los últimos años, manifestó reiteradamente su firme apoyo a los gobiernos de Néstor y Cristina: "Desde la primera presidencia de Perón, éste es el mejor gobierno que hemos tenido. Están reconstruyendo un país, después del bombardeo que hemos sufrido, después de años de padecer a gobernantes que se peleaban por ver quién les jodía más la vida a los argentinos. Creo a muerte en este gobierno", sentenció, en una entrevista.

En su última aparición frente a público al recibir en 2009 los “Cóndor de Plata!” por Aniceto, expresó:
"Nadie podrá decir de mí que fui un desagradecido", y lo demostró agradeciendo el presente político y cultural de la Argentina, "con el que soñaba desde chico".
Ayer, 5 de noviembre de 2012, a los 74 años inició el viaje a la Gloria.
Por allá lo recibirán Hugo del Carril, Carpani, Walsh, Cámpora, para agradecerle su homenaje, su amor, su compromiso permanente. 
Seguramente se sumarán a la rueda Juan Domingo Perón y Néstor Kirchner


  



Como siempre, allá, en la Gloria, TODOS UNIDOS

gracias You Tube               
Gerardo Abbruzzese

viernes, 5 de octubre de 2012

ORACIÓN POR MI ENEMIGO



Armando Tejada Gomez, el gran mendocino autor obras que nos emocionan cada día más, conmovió al mundo entero con “Hay un niño en la calle”.  En aquel poema, Armando evoca su propia infancia de niño pobre, de canillita, de lustrabotas. 


Le canta a Pedro Changa, a Juan, a Lucas Romero, a Florencia Arboleda, a El Porfiao, a la Juana Robles, y a tantos personajes inolvidables. Nos desborda de ternura cuando evoca a aquel vecinito rubio, "alimentado a lirios", a cuyos padres deslumbró "dibujando caballos",   y que lo lleva a enseñarnos  que "un amigo es la vida dos veces". 
Ya en la adolescencia, se gana la vida como bracero. Trabaja, conoce la solidaridad y la protesta de los explotados. Sufre con ellos cada injusticia  y cada reclamo.Porque es uno de Ellos. Y pinta como nadie las contradicciones y las injusticias del mundo  como solo pueden hacerlo quienes las han vivido, y sufrido, intensamente.



Pero también les escribe a los otros, a los generadores de tanta pobreza, miseria, e injusticia, como  la que  sufrió en carne propia y en la carne de “su gente”, de su querido Pueblo. El poema “Oración por mi enemigo” culmina magistralmente el libro PROFETA EN SU TIERRA, la antología que reúne lo mejor de la obra de este mendocino capaz de expresar:“...digo que un hombre solo, solo es un hombre solo y que no tengo tiempo de amparar solitarios...”
Armando Tejada Gomez “se fue de gira” un 3 de noviembre de 1992.
Hoy, 20 años después, nos permitimos tomar su poema y difundirlo. 
Porque han pasado muchos años, pero el enemigo sigue siendo el mismo.
Gerardo Abbruzzese


Armando Tejada Gómez
Argentina

Oración por mi enemigo

 


El enemigo es breve como un siglo,
algo más que un colmillo, menos que una araucaria,
suele esperar afuera, repta detrás del viento,
puede herir a mi hermano si se demora el alba.
El enemigo es breve, pero puede hacer daño:
cortar un gajo ahora, envenenar mi canto,
puede hacer que me nazcan cuchillos de los dientes
y buscarme la boca para luego acusarme.

El enemigo sabe que no tengo parientes
ni blasón en la puerta ni abuelos magistrados,
puede hurdir que soy vago y mal entretenido
y mostrar las hilachas de mis antepasados.
Puede, como ha podido todo este breve tiempo,
pasar gato por liebre y comerse el venado
mientras la buena gente me mira a la intemperie
y en tanto se persigna me da vuelta la cara.
Es un Goliath de hierro el enemigo mío:
gigantesco, electrónico, atómico, blindado,
pero es breve, epidérmico, aéreo, bullanguero
y olvida entre su estrépito que yo vengo de abajo,
que soy un sacerdote del aire y la madera
y que escribí la biblia entre el dolor y el fango;
que no hay flor en la tierra que no me considere
no digo el jardinero, pero digo su hermano;
que el cereal, el último cereal que nos quede,
lleva en su piel, ardiendo, el calor de mis manos
y que el pan que se come cuando muerde la espiga
le filtra en la saliva el sabor de mi sangre.
El enemigo es loco y breve como un siglo.
Imagina que Cristo es un hombre y tres clavos
y porque nunca supo cuánto dura un rebelde
bebe su hiel y eructa hacia las navidades,
oficia fríos rezos en la misa del oro,
gatilla las tinieblas, bombardea arrozales,
tiene un perro, una amante y dos sicoanalistas
que le amansan la muerte dos veces por semana
y él, que nunca me ha visto ni por fotografías,
cree que ando en su sombra y soy una navaja.
De noche, cuando cae a la estepa del sueño,
cuando lo desenchufan sus enchufados amos,
transpira, grita, salta y enrosca su culebra
igual que una culebra herida por el rayo.
Nadie puede con él dormido ni despierto
ni bonachón ni alegre ni triste ni nostálgico:
ha sido condenado a llevarse a sí mismo
y quién puede impedir que esté solo de a ratos?
Yo que siento y consiento la piedad por la vida,
que amo desde hace siglos la salud de los árboles,
pienso que él debería regresar al origen
y aprender con la flor los rituales del agua.
Pero ¿quién lo desnuda como en un nacimiento?
¿Quién le olvida la sombra, los crímenes, el cáncer?
¿Cómo lo llevo herido a un sitio campesino y digo:
pan o hierba, sin que la vida estalle?
Y acaso, digo acaso porque todo es posible,
¿él puede en lo profundo volver a la inocencia?
¿Puede mirar a un ciervo porque sólo es de música
y no matar su leve sinfonía en el aire?
Él que no entiende nada que no sea de acero,
de dólar consistente, de exacto porcentaje,
¿soportará sin riesgo adentro de su pecho
el enorme estallido del amor en su sangre?
¿Esas detonaciones de los niños en ronda?
¿La madre que los llama con la torcaz y el álamo?
¿No sacará el revólver cuando vea la vida
frágil como la lluvia, desnuda como un cántaro?
¿No empezará de nuevo este torpe asesino
a jugar al guerrero y a comerse el venado?
Yo sé que mi enemigo es breve como un siglo,
un colmillo en cenizas, menos que una araucaria,
hay pueblos que lo asedian delante de los vientos
y ya no tienen tiempo para esperar el alba.
Pobre de mi enemigo, tan breve en su masacre!
Aquí, al pie de los vientos, digo: que en paz descanse.