viernes, 6 de mayo de 2011

INFORME PERIODISTICO :¿S.I.P. o C.I.A.?

En estos días se ha mencionado en muchos medios que la  S.I.P., sigla de la Sociedad  Interamericana de Prensa (entidad que agrupa a los empresarios dueños de diarios y medios de comunicación),tiene su sede central en la ciudad de Miami (EEUU.) en un edificio que recibe el nombre de Jules Dubois.

"Googleando" el nombre de este "señor" se puede encontrar el siguiente informe:
BAMBÚ PRESS
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SELSER, PERÓN, EL CORONEL JULES DUBOIS Y LA SOCIEDAD INTERAMERICANA DE PRENSA
Roberto Bardini


El cementerio nacional de Arlington ocupa 250 hectáreas con más de 300 mil lápidas de mármol blanco sobre césped bien cortado cerca del Río Potomac y del edificio del Pentágono. Ahí están enterrados soldados que murieron en todas las guerras en la que participó Estados Unidos, desde la independencia de la Corona Británica y la Guerra de Secesión hasta las ocupaciones de Afganistán e Irak, pasando por Corea y Vietnam.


También yacen en Arlington los restos algunos presidentes norteamericanos y de ciertos personajes que prestaron servicios distinguidos al país, como el coronel de inteligencia militar Jules Dubois, fallecido el 16 de agosto de 1966, a la edad de 56 años, en un hotel de Bogotá.


Casi desconocido por las nuevas generaciones de periodistas, Dubois fue retratado por el pintor mexicano Diego Rivera en el mural Gloriosa Victoria. La obra, que se conoció en México recién en 2007, fue donada por el artista a los trabajadores rusos y permaneció durante 50 años en una bodega del Museo Pushkin, de Moscú.



mural.jpg
La pieza es una condena al golpe militar promovido en Guatemala por la CIA y la empresa bananera United Fruit en junio de 1954. En ella aparecen dibujados, además de Dubois, el presidente Dwight Eisenhower (como si fuera una bomba), el dictador guatemalteco Carlos Castillo Armas, el embajador norteamericano John Emil Peurifoy y el secretario de Estado John Foster Dulles, hermano mayor de Allen Welsh Dulles, ex presidente de la United Fruit y primer director civil de la CIA en 1953.


Fue precisamente John Foster Dulles, ex asesor legal de la compañía bananera y abogado de Prescott Bush –abuelo del presidente George W. Bush– quien calificó al derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz y la imposición de Castillo Armas como “una gloriosa victoria”. De ahí el título elegido por Diego Rivera para su mural. Tras el golpe, 12 mil personas fueron arrestadas, se disolvieron más de 500 sindicatos y dos mil dirigentes gremiales abandonaron el país.


En Miami también hay un edificio que lleva el nombre de Jules Dubois. Está ubicado en el número 1801 South West de la Tercera Avenida y alberga las instalaciones de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), fundada en La Habana en 1943, durante la dictadura del ex sargento convertido en general Fulgencio Batista.


¿A qué se debe el honor? Luego de ser instructor militar en Fort Leavenworth (Kansas), el coronel se metamorfoseó como reportero del Chicago Tribune y “refundó” a la organización en 1950 en Nueva York. Desde entonces la SIP dejó de ser un ámbito más o menos plural y se transformó en lo que es hasta hoy: un cartel de empresarios, dueños de periódicos, revistas, canales de televisión y emisoras de radio, muchos de los cuales dejaron de ser periodistas hace muchos años para convertirse en hombres de negocios.


El periodista e historiador argentino Gregorio Selser se ocupó durante años de este organismo empresarial. El 1 de diciembre de 1974 publicó en la revista Dinamis, de Buenos Aires, algo que parece redactado ayer: “ La SIP tendió a inmiscuirse cada vez más prepotente y altaneramente en los asuntos internos de los países del continente, como si la OEA o algún otro organismo supranacional hubiera delegado en ella la visión de velar los postulados de la libertad de prensa. [...] Obtenía de ese modo plusvalía al equivoco generalizado de que obraba en nombre de los periodistas del continente, cuando sólo era la expresión de los dueños de la prensa que en no pocos casos apenas si saben leer y escribir”.


El tres veces presidente argentino Juan Perón también se refirió, 51 años atrás, a las “grandes cadenas de diarios, revistas y órganos publicitarios diversos, que responden a la tendencia occidental, dirigidos, manejados y financiados desde la Sociedad Interamericana de Prensa”:


“Los órganos independientes, que en pequeño número funcionan en algunos países, deben vivir muy aleatoriamente, desde que las grandes cadenas les hacen una guerra ruinosa de avisadores, hasta conseguir su ruina económica. El sistema es fácil, mediante los grandes órganos que realizan el boicot a las empresas comerciales y particulares, que avisan en los diarios de la «lista negra». Así se va consiguiendo una unanimidad para que todos los «órganos de opinión» respondan a la «voz del amo». A esto se le llama ahora «libertad de prensa».


“Si algún mandatario, en uso de su derecho que no se le niega a estos empresarios de la falsedad, se decide a tener sus propios órganos de opinión o tomar medidas en defensa de los intereses nacionales limitando la licencia y la procacidad de los «órganos encadenados», mediante una censura apropiada, entonces todas las agencias de noticias también encadenadas, comienzan a cursar despachos con «noticias» en los que se tendrá buen cuidado de decir que se trata de un «dictador» y que el régimen es «totalitario» o «antidemocrático» y a renglón seguido se comienza a hablar de una revolucion, mientras viaja el inefable Jules Dubois para anunciarla”.
Esto fue escrito por Perón en Los vendepatria, publicado en el exilio en 1957, y también parece redactado ayer


domingo, 1 de mayo de 2011

EL 1° DE MAYO Y LA SEÑORITA EVA

A lo largo de la historia del mundo, el 1° de mayo ha simbolizado un día de lucha, un día de homenaje a los mártires que fueron asesinados por haber osado defender su dignidad de personas y trabajadores, frente a los poderosos.

En nuestra Patria, desde 1945, los trabajadores hemos logrado convertir esta fecha en un simbólico festejo de cada pequeña victoria, de cada logro, de cada reivindicación que se alcanza.

Este año, el Secretario General de la C.G.T., compañero Hugo Moyano, planteó la necesidad de convertir esta fecha, además de lo anterior, en una jornada de reflexión sobre los objetivos que debemos plantearnos, y por los que debemos luchar diariamente, todos los trabajadores.


Nuestro homenaje para todos los compañeros y compañeras trabajadores.
Más allá de las ocasionales diferencias de estrategia, todos compartimos el anhelo de construir una sociedad más justa y solidaria.
Como homenaje, vaya para todos este "cuento de niños para ser leído y pensado por adultos.

La señorita Eva


La señorita Eva era una maestra “piola”.
Nos hacía trabajar mucho, pero no se la pasaba tomándonos pruebas y pruebas como otras maestras.

Ella decía que quería que aprendiéramos a pensar.
A veces nos hacía sacar una hoja y nos dictaba tres o cuatro preguntas de historia.
Nos daba 15 o 20 minutos para responder.
Pero lo raro, lo diferente, era que nos dejaba consultar el manual.
Podíamos buscar la respuesta y después contestar.
Nos daba 2 o 3 nombres de personajes históricos y teníamos que buscar información.

Claro, había que pensar dónde buscabas.
No podías perder tiempo buscando información sobre Artigas en la Guerra con el Paraguay, o tratar de encontrar algo de Roca en la Revolución de Mayo.

Según ella, lo importante, lo que teníamos que tener claro, erlos procesos, los tiempos. Saber ubicar a cada figura en su momento histórico.
“Ubicar a cada hombre en su contexto histórico- decía- ayuda a comprender el papel de ese hombre y el sentido de ese período”.

Parecía fácil pero, a veces, algunos “erraban” feo.
Una vez, en el apuro, el Coco Jiménez puso a Mitre en el Congreso de Tucumán y a Liniers en la Asamblea del Año 1813.

Pobre… ¡cómo lo cargamos!
Pero la señorita Eva nos retaba. No quería que nos riéramos.
Elegía a uno de los que se reían y le pedía que explicara dónde estaba el error y nos relatara a todos cuál era la versión correcta.


Una vez, Tito Salvo se embaló y casi nos cuenta toda la vida de Julio Argentino Roca. Le faltó hacer la lista con los nombre de los indios que mataron en la campaña del desierto. Por suerte tocó el timbre y nos salvamos.


Pero lo que más recuerdo fue lo del “atado de ramas”.

La maestra vino un día y nos dijo que quería presentarnos un problema para pensar.
Colocó sobre el escritorio un atado de ramas bastante grande.
Eran un montón, algunas más gordas, otras más delgadas; unas más cortitas y otras más largas. Pero todas estaban unidas muy apretadas por una cinta bastante gruesa que daba varias vueltas.

La señorita Eva preguntó si alguno se animaba a romper ese atado.
El primero que se levantó fue Martín, que era uno de los más grandotes.
Cuando jugábamos al fútbol era difícil marcarlo, porque era enorme.
Probó y probó. Se puso el atado sobre la rodilla y trató de quebrarlo haciendo fuerza hacia abajo en ambos extremos. Intentó varias veces, pero no pudo Se sentó con bronca.


Después se levantaron: Juan Carlos, Luisito Gómez, Juancho Toranzo.
Todos se rendían después de 4 o 5 intentos.

Ricardito puso el atado en el suelo, lo apretó colocando un pié encima y buscó meter sus manos en los extremos para hacer palanca y quebrarlo. Solo consiguió apretarse los dedos contra el piso inútilmente.

Después de media hora nos rendimos. Ninguno fue capaz de quebrarlo.

La maestra sonrió.
“Voy a enseñarles el secreto” -dijo- “Van a ver cómo se hace”.
“Presten mucha atención y, después, piensen”. “Razonen”.


Tomó una tijera muy afilada. La introdujo con mucho cuidado entre algunas de las ramas que dejaban un huequito entre ellas, y comenzó a cortar la cinta que mantenía unido el atado de ramas.

Cuando terminó de cortar la cinta, fue separando rama por rama.
Las extendió, desparramadas sobre el escritorio. Eran muchas. Ocupaban casi toda la mesa.


Después las fue tomando, una por una, y las fue quebrando con bastante facilidad.
¡Y ojo, que la señorita Eva no parecía una mujer muy fuerte!
Pero quebró todas las ramas.
Algunas le dieron un poquito de trabajo, pero terminó quebrando todas.
Las colocó, nuevamente, en el escritorio, muy ordenaditas.


Nos dijo:
“Bueno. Ya vieron cómo hice. Ahora quiero que piensen.”
“Mañana me traen una página con el resumen de lo que pensaron”
“Pueden consultar en su casa, con algún familiar”.
“Si quieren llevarse algunas ramitas para mostrar en casa pueden tomar las que quieran”.


Todos corrimos para no quedarnos sin nuestra ramita.
Yo llegué a agarrar una de las últimas.
En un costado del escritorio estaba la cinta cortada. No tenía ningún color especial.
Le pregunté a la señorita Eva si me la podía llevar.
Me dijo: “si, por supuesto”. Y sonrió de una manera misteriosa.


Llegué a casa y le conté a mi padre.
Examinó la rama que yo había recogido.

Después tomó la cinta, la dio vuelta y la unió.
Al unir los pedazos apareció una palabra escrita en el reverso.
La palabra era SINDI - CATO.

Mi padre sonrió y movió la cabeza de arriba a abajo varias veces.

Después me explicó.
Y entonces comprendí todo.


También la sonrisa de la señorita Eva.


Gracias a "elfierrodepapel.blogspot"