martes, 21 de junio de 2011

UN PADRE PARA RECORDAR

El 19 de junio de 1764 nació, en la Ciudad de Montevideo, José Gervasio Artigas, uno de los Padres de la lucha de los Rioplatenses por la Libertad y la Independencia.



Todos los Rioplatenses, uruguayos y argentinos, homenajeamos a ese hombre que luchó codo a codo, con gauchos, indios y negros, por darle a estas tierras, Libertad, Independencia, Soberanía e Igualdad.


José Artigas nunca quiso separar la Banda Oriental de las Provincias Unidas. Por eso es un poco nuestro, también. Por eso es uno de los Padres de Nuestra Patria.


Otro oriental enorme, el queridísimo Mario Benedetti, escribió un homenaje que hacemos nuestro:

Artigas



Se las arregló para ser contemporáneo de quienes nacieron
medio siglo después de su muerte
creó una justicia natural para negros zambos indios y
criollos pobres

tuvo pupila suficiente como para meterse en camisa de
once varas
y cojones como para no echarle la culpa a los otros

 
así y todo pudo articularnos un destino
inventó el éxodo esa última y seca prerrogativa del albedrío

tres años antes que naciera marx
y ciento cincuenta antes de que roñosos diputados la
convirtieran en otro expediente demorado
borroneó una reforma agraria que aún no ha conseguido
el homenaje catastral

lo abandonaron lo jodieron lo etiquetaron
pero no fue por eso que se quedó para siempre
en tierra extraña

por algo nadie quiere hurgar en su silencio de viejo firme

no fue tosco como lavalleja ni despótico como oribe
ni astuto como rivera

fue sencillamente un tipo que caminó delante de su gente

fue un profeta certero que no hizo públicas sus profecías
pero se amargó profundamente con ellas

acaso imaginó a los futurísimos choznos de quienes
inauguraban el paisito
esos gratuitos herederos que ni siquiera iban a tener la
disculpa del coraje

y claro presintió el advenimiento de estos ministros alegóricos
estos conductores sin conducta estos proxenetas del
recelo estos tapones de la historia

y si decidió quedarse en curuguaty
no fue por terco o por necio o resentido

sino como una forma penitente e insomne de instalarse en su
bien ganado desconsuelo

                                                                                                                                Mario Benedetti